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Publicado originalmente en Substack.
Génesis mutante es un artbook que se lanzó mediante crowdfunding en Verkami el año pasado. Su base era sencilla: El autor hacía ilustraciones de personajes de la Patrulla X a las que acompañaba un texto de longitud variable, pero con el nexo común del personaje escogido. De los textos se encargaron varias personas. Amigos, editores, algún familiar e incluso yo, que en aquel momento lo tenía como empleado en una de las tiendas.Fran (1995; Jerezano de sangre, catalán de adopción; puro figura) es un tipo con un estilo bastante particular y al que he denominado en no pocas ocasiones como Sienkiewicz cañí. Tiene una mirada a medio camino entre la inocencia y la mala leche y tengo la certeza de que antes de que acabe el año va a sonar fuertísimo en el panorama comiquero nacional.
Cuando me pidió un texto para el crowdfunding, me preguntó qué personaje de la Patrulla X era mi favorito. Como cualquiera que haya pasado conmigo más de media hora hablando de tebeos sabrá, ese es Rondador Nocturno. Con el permiso de Fran, cuelgo aquí aquel texto y la ilustración que realizó.Podéis encontrar a Fran en Instagram, Behance y, aunque no lo usa todavía, en Bluesky. Dadle calorcito.

Rondador Nocturno por Fran Mariscal Mancilla / Génesis Mutante artbook (2024)
RONDADOR NOCTURNO
Allá por junio de 1989, un chaval a puertas de cumplir los 13 años se encontró de cara con varias cosas que le cambiarían la vida para siempre. Por aquel entonces aquel mocoso no tenía ni idea, claro. A duras penas aguantaba una carrera larga a sus amigos, pasaba de curso de aquella manera que se pasa en EGB cuando te interesan más las artes que los números y tenía un complejo de inferioridad, digamos.... FUERTE. Un asmático de manual, vaya.
El zagal se topó con un kiosco lleno de tebeos. Kiosko de los de antes. De señor con mandil azul, tebeos, cromos, revistas, periódicos, quicos y chicles. No como los de ahora que te venden hasta café y bitcoins. Un kiosko kiosko.
But i digress... el caso es que en el mentado establecimiento tenían, ojo al dato, el Batman No 22 de Zinco (aquel de la portada de McFarlane con Batman abrazando a la chica con la capa imposible) y, hete aquí el causante definitivo de su enfermedad: los Classic X-Men Nos 10 y 11. Portadas de Arthur Adams y Bob Layton. Azul el 10,rojo el 11. Una al lado de la otra. Más potente la de Adams, para qué nos vamos a engañar. Tormenta llorando e indefensa, en plano central y con el resto de la patrulla derrotados a sus pies, con Juggernaut viniendo desde atrás listo para vete tú a saber qué. Acollonant aún a día de hoy. La otra, más clásica pero con una composición imposible de olvidar: Tormenta sobrevolando una torre a la que está escalando el resto de la Patrulla X y desde la que Black Tom Cassidy y Juggernaut les lanzan rayos y trozos de la misma torre.
En las dos sale Rondador. En la primera derrotado. En la segunda entrando por la retaguardia. Desde la esquina superior izquierda de cada número, además, las 6 cabezas flotantes de los protagonistas miran al lector. La de Rondador es la única que sonríe. Ojos amarillos. ¿Desafiante? ¿Quién narices es ese personaje? ¿Un demonio de ‘los buenos’? En esos dos números hay varios momentos de lucimiento del personaje. Piel azul, traje con una especie de V y hombreras en punta. Cola. Whoa, nen. MO-LA.
Aquellos Classic X-Men son parte fundamental del amor hacia la Patrulla X de toda una generación de lectores. No solo porque eran reimpresiones de los tebeos originales del nacimiento de aquellos personajes, sino porque Chris Claremont decidió aumentar y concretar el lore de aquellas historias con historias complementarias al final de los mismos. A veces incluso páginas intercaladas entre las historias de 10 o 15 años antes. Eso añadía una pátina extra. Un entendimiento mayor. Algo que para aquel chaval de 13/14 años, era bastante molón. Entonces se decía así, ¿vale? MO-LA-BA.
El caso es que a la semana siguiente consiguió, en otro Kiosco de aquellos, los números 7 al 9. Y ahí, en el no 9, estaba una de las historias que le hizo enamorarse definitivamente del personaje. Era en esas de complemento. No la voy a destripar aquí para quienes no la hayan leído aún, pero se llama ‘El regalo’ y retrata al personaje con una empatía y sensibilidad increíbles. John Bolton la dibujó además con esa misma sensibilidad y es, efectivamente, un regalo.
La otra historia era la del Especial Verano 1989 de La Patrulla X: “El infierno de Rondador Nocturno”. Un tebearro como la copa de un pino con un Romita Jr. aún sin ser el que conocemos hoy en día y mucho más parecido a su padre pero donde se desata de una forma bestial y donde se explica el pasado y orígen del personaje (que luego ha cambiado 20 veces, pero vaya) y donde se muestra de nuevo la vulnerabilidad del paria, del apestado. Del diferente. De nuevo, el que de entre todos los mutantes de la Patrulla X es el que tiene que estar escondido (inductor de imágenes aparte) y que es parte del quid de la cuestión. Y a pesar de ello, persevera. Continúa. Se deja ayudar.
Rondador era con quien me sentía más identificado y a la vez de quién podía tomar más ejemplo. Casi aspiracional en algunos sentidos: “Aunque no te lo parezca tienes amigos. Gente que te quiere. No todo está perdido. Esfuérzate. Habla con la gente. ¿Qué tienes que perder?. Esas eran frases comunes en mi cabeza durante parte de mi adolescencia. Supongo que más de uno/a/e puede identificarse con eso. Puede sentir el no pertenecer. El ser un apestado. Casi perseguido por ser diferente y no encajar.
A aquel chaval, que efectivamente era yo, la aventura que suponía ver a Rondador como alguien que a pesar de todo lo que tenía en contra podía continuar y ser el alma del equipo, el nexo de unión y hasta el mejor de todos, sinceramente, le ayudó un poco en aquellos tiempos.
Y por ello Rondador Nocturno es mi personaje favorito, ya no solo de La Patrulla X, sino de todo el Universo Marvel.
Además: ¿Quién no ha deseado alguna vez teletransportarse? Eso tiene que MO-LAR.
Post Data:
Si pilláis por algún sitio aquel anual de Verano del 89 (si no me equivoco y la cabeza no me juega malas pasadas porque qué 48 años tengo, señora), tiene de complemento aquella historia de Ann Nocenti y David Mazzucchelli que también te vuela la cabeza de una manera excepcional.